Desde hace algunas décadas, los fabricantes de toda clase de productos se han empeñado y logrado exitosamente programar la vida útil de los mismos con el fin de incrementar su producción y por lo tanto sus ventas. ¿Quién no recuerda la nevera o el lavarropas de la abuela que funcionó bien durante veinte años? Pero ahora se ha logrado en muchos productos que esa vida útil se acorte muchísimo al mismo tiempo que se han reducido los costes de fabricación y por ende los precios de venta, lo que los lleva a ser más consumidos, por lo que ya no conviene ni siquiera reparar lo que utilizamos; pues lo tiramos y compramos uno nuevo, y no estamos hablando solo de electrodomésticos sino de casi todos los productos que utilizamos habitualmente: muebles, artículos de decoración, ropa de moda, etc. Este incremento en la producción, si bien genera mayor actividad económica, también provoca el envejecimiento prematuro de nuestro planeta incrementando las emisiones de CO2, además de generar mayor cantidad de residuos, ya que en un gran porcentaje no puede ser reparado, ni reciclado para prolongar su vida útil.
Pero entonces, ¿Cómo podemos solucionar este problema?, pues bien, ahora que somos conscientes y para contribuir con nuestro medio ambiente, generando movimiento económico y crecimiento social equitativo debemos consumir preferentemente productos, no sólo ecológicos y económicos, sino aquellos que además de ofrecernos una buena calidad y larga vida útil, sean reciclados y reciclables en su totalidad o en un porcentaje elevado. Esto último es importante de observar ya que muchos fabricantes de productos reciclables o reciclados ponen el logotipo, pero claramente dicen por ejemplo “este producto contiene 5% de material reciclado” ó “este producto es reciclable” aunque nadie especifica en que porcentaje.